lunes, 23 de junio de 2008

Nessun dorma



“Una cosa es que vengas tú a decir que has llegado, y otra que Mugu y López también entren en mi cuarto, ¡a las tres de la mañana!, a darme las buenas noches”.  “No me di cuenta”, contesta el perturb mientras amolda la bolsa de hielo contra su mandíbula.  Procuro mantener la calma, concentrándome en los consejos de Robert y Jean Bayard (“Guía de supervivencia para padres desesperados”:  Deje claro lo justo de sus peticiones.  Manténgase firme ante las presiones).  

“Si tu padre se ha lanzado sobre tus amigos armado con el palo de golf al grito de '¡canallas, ladrones, voy a abriros la cabeza!', ha sido porque he gritado cuando me has puesto tu mano helada en el hombro, a oscuras y matándome del susto, al tiempo que pisabas a la perra y tirabas todo lo que había sobre mi mesilla de noche.  Has tenido suerte de que tu padre se tropezara contigo y aterrizara contra el armario, y de que yo encendiera la luz justo cuanto te enganchó por el cogote...  Anda, llévale esos hielos y que los ponga en la cabeza", le digo observando la cara de terror de sus silenciosos amigos, a quienes la perra ha perseguido por el pasillo.


“¿Ves?, ya te dije que lo de entrar en tu cuarto no era buena idea”, interviene el otro perturb

“O eso, o tener hora de llegada”, zanjo la cuestión repartiendo tazas de café y haciéndole un gesto para que haga sitio a su padre y a su hermano, que se nos han unido en la mesa de la cocina.


“Otra vez habéis bebido y tenéis 16 años”, les dice mi furioso Santo, mirándoles uno a uno.   Ana Esquifino, autora del estudio sobre los efectos en el sistema endócrino del consumo de alcohol en los organismos durante la etapa de maduración sexual, del Departamento de Biología de la Universidad Complutense de Madrid, afirma que:  “A medio plazo, los adolescentes que consumen alcohol de forma crónica o “social” (una importante cantidad pero en pocos días de la semana) estarían expuestos a severas alteraciones en la conducta sexual, disminución de la líbido y el deseo, cambios en la producción de   testosterona y hasta hipogonadismo”. 

“No es ya, como entrenador, que me importe el partido de mañana”, prosigue mi Santo, “sino el que desconozcáis los riesgos del alcohol durante la adolescencia.  Creéis ser los más “guays” y  “machotes” por emborracharos, cuando lo que hacéis es oposiciones a entrar en la liga de fútbol femenina.  Mañana, entrenamiento a las 8’00.  A la cama, señoritas”


“¡Joé, tío, qué acojone!”, oímos decir a Mugu al salir de la cocina protegiéndose los testículos.




(Publicado en el MAGAZINE de EL MUNDO. 15/06/2008)


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