Mostrando entradas con la etiqueta Ana y Mía princesas de barro. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Ana y Mía princesas de barro. Mostrar todas las entradas

domingo, 15 de junio de 2008

El bollo de la discordia



Las palabras que escuché al subirme en el coche me cortaron el aliento.  Mi sobrina Maite, de 14 años, discutía acaloradamente con uno de los perturbs  mientras trataba de alcanzar, no sin esfuerzo, uno de los bollos que les había llevado para merendar antes del  concierto. “Me gustan mis tetas, mi culo, mis redondeces.  No soy perfecta, pero me encanto así.  Soy feliz.  ¡Tía Aldara, dile que me lo dé!”

“¡Vaca!”, oí que le decía el perturb amenazado con quedarse sin venir si seguía fastidiando a su prima,  mientras ella le sacaba la lengua antes de pegarle un mordisco a su merienda. “Déjala, pringao”, intervino el otro perturb, “¿quieres que sea una anoréxica como tu churri?”.  Tuve que frenar en seco y sacar toda mi autoridad para que mis gemelos de 1’80 cm dejaran de  pegarse en el asiento trasero del diminuto coche.  “¡Bajaos! Hablaremos por la noche“, les grité furiosa, antes de abandonarles en la calle.  

Observando a mi sobrina cantar y bailar al ritmo del Canto del Loco,  me tranquilicé.  Maite no formaría parte de ese  50% de adolescentes que, en las últimas encuestas de una conocida firma de productos dietéticos, aseguraban que preferían morir a estar gordas y que sólo estando delgadas podrían gustar.  Tenía personalidad y  autoestima proporcionada por su ambiente familiar para no ser una esclava de las modas ni de la apariencia física.

Sabía que los perturbs, unidos en la fatalidad, habrían hecho las paces y frente común.  Al volver a casa vi que uno me miraba fijo desde su ojo amoratado mientras el otro intentaba fruncir su labio partido.  Sin prestarles atención me senté en medio de ellos y encendí mi ordenador portatil.  El Nieto se arrebujó a mi lado esperando a jugar la partida de backgammon de cada noche, pero yo tenía otros planes.  Empecé a navegar buscando imágenes que hicieran exclamar a mi hijo pequeño.  “¡Ostrássss... a los 12 años pesaba 74 kilos!  ¡Mírala aquí, un año después y se le ven todos los huesos!  ¡Ahhh, uffff....  qué cortes más feos en los brazos!”

Al poco tenía a los perturbs encima, noqueados por aquellas imágenes extremas de adolescentes para las que la obsesión por su peso e imagen se había convertido en patologías de anorexia y bulimia.  Olvidando que estaban enfadados leían en alto y comentaban los testimonios llenos de soledad, sufrimientos, mentiras y vomitonas, de esas chicas.  Tras un rato de navegación abrí el archivo de fotografías familiares y seleccioné una donde aparecía Maite, sonriente, en primer plano.

Apagué el ordenador, les di las buenas noches y mientras iba por el pasillo alcancé a oir:  “¡entendido, jefa!”





(Publicado en el MAGAZINE de EL MUNDO. 15/06/2008)

lunes, 9 de junio de 2008

Cómo vomitar? Ana y Mía: NO!

Tips en EDUCABLOG sobre Vomitar y Anorexia, ¿vale Princesitas?


Magnífica iniciativa de estos profesionales en la educación social.  Propongo difundir su post y sus "tips" para que así, cada vez que se hagan búsquedas haya más y más retornos a este artículo.

Todo lo que hagamos...  es poco.  Así que:  Enhorabuena Lucce (de Educablog) y Teoriza, por  esta idea!!