lunes, 29 de septiembre de 2008

El bebé de Gabi



“¿Que no te ha dado ni un beso mientras lo hacíais? Pero... tía, ¿ni uno sólo, en ningún sitio?”


 Agudizo el oído para captar la voz casi indistinguible de La Mini, mi hija diecisieteañera, que habla desde el teléfono de la biblioteca; ignorante de que en un ángulo oscuro del salón, como el arpa de Becquer, se halla su progenitora leyendo la misma línea de una novela desde hace veinte minutos. 

“ Tía, que la píldora del día después no es el sistema, ¿entiendes?”. 
En ese punto de su conversación salgo bajo mi libro para pillar al perturbmetrosexual con su Pezpiloto (apelativo adjudicado a su novieta), acercándose sigilosamente a la puerta, para escuchar mejor.
“Ejemmm...”,  se sobresaltan con mi carraspeo y se acercan a saludar, de puntillas, ante mi indicación de silencio.  “No se espían conversaciones ajenas”, les susurro.   “Ya...”, contesta el perturb, “díselo al enano, que ha pinchado el teléfono de la cocina”. 
“Pe-pe- peeeero...  ¿qué haces, mamá?”, protesta entre risas el Nieto, el preadolescente de la familia, cuando le engancho por una oreja mientras cuelgo el auricular.
No han pasado diez segundo cuando entra mi hija, como una tromba: “¡IN-SO-POR-TA-BLES!, os he visto a todos. En esta casa no hay intimidad”.

Una taza de té y varias trozos de bizcocho después, diluído su enfado entre las rosquillas y fiambres de la merienda, La Mini desahoga su preocupación contándonos el problema de su amiga.    “Era Gabi. Se quedó embarazada.  Se asustó tanto que no nos lo dijo hasta mucho después. Sus padres no se dieron cuenta porque dejó de comer para no engordar y que no se le notara.  Ha tenido el bebé en Junio, pero no se lo ha quedado.  Lo tienen unos tíos suyos, en acogida, y si quisiera podría recuperarlo.  Pero no quiere.    Dice que no le hablemos de eso”.

“Ha sido valiente”, digo.
“¡Qué egoista!”, exclama el Nieto, “deja a su hijo tirado”.
“¿Y el novio?”, pregunta el Pezpiloto mirando con suspicacia al perturb, ¿no va a hacer nada?”.

La última publicación de la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria (AEPAP) revela que unas 18.000 adolescentes menores de 19 años se quedan embarazadas cada año en España y, de ellas, 7.000 deciden interrumpir la gestación, haciéndolo el 90% en clínicas privadas. ¿Por qué si hay tanta información y si hay acceso a los anticonceptivos, el número de abortos y embarazos no deseados aumenta? La respuesta según Isabel Serrano Fuster, Ginecóloga y Presidenta de la Federación de Planificación Familiar Estatal (FPFE), es clara: “Porque no existe un acceso organizado a la anticoncepción ni a la anticoncepción de urgencia”.

2 comentarios:

Quique dijo...

Es un tema complejo y dificil de resolver, pero la respuesta de Isabel Serrano es bastante confusa, por no decir decepcionante, ¿no cree?

aldara san lorenzo dijo...

La culpa es mía, Quiquequeridinho, porque corté toda la explicación de la tal Isabel Serrano (para no pasarme de las 420 palabritas consentidas).

Ella se refería al acceso posible, en nuestras adolescentes, a toda una batería de herramientas anticonceptivas.

Pero voy a contestarte en un nuevo post.

Besossssss