martes, 9 de octubre de 2007

Cuando NOOOO están

Hay un momento mágico, silencioso y mío.
De madrugada, con la casa recién vacía y revestida de los ecos recientes de los que se han ido, sola; justo antes de dirigirme a mi escudero y empezar a dejarme calzar la cota, el yelmo y los guanteletes imprescindibles para esa batalla diaria que es el campo bélico de la calle y el trabajo......
Este tiempo impreciso, sin teléfono, sin urgencias, sin requerimientos, sin voces, sóla y dueña de lo que me rodea..... tiempo para deslizar la vista por los objetos que componen mi mundo cotidiano y familiar: el ruído del reloj de pared, el lejano zumbar de la nevera, un coche que pasa, una puerta que se cierra en otro lugar, alguien que corre en el lado reverso de la ventana, los árboles que se agitan con el viento, los libros de la estantería –silentes y quietos-, cuadros desde donde algunos personajes me observan y esas butacas, sillas, sofás y sillones que siempre esperan y esperan los regresos........
Y recuerdo, cuando niña, las raras ocasiones que alguna fiebre temporera me permitía no ir al colegio, cómo sentía la casa distinta y extraña: casa sin presencia de hermanos, casa súbitamente nueva.
Y me doy cuenta de que las presencias de los que nos acompañan son el mobiliario invisible y esencial...... no se necesita más, no hay tapicería, adorno, antigüedad o elemento decorativo que llene y dé tanto carácter a una casa como esos que la habitan.

Y así, entre vistazos en fuga se va difuminando hasta su fin este rato atesorado.....

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