Se necesita una forma física de atleta para sobrevivir a unas vacaciones en familia cuando hay cuatro hijos y todos son adolescentes. Aunque todavía nos estamos recuperando, cuando mi Santo y yo cruzamos miradas, se nos escapa una sonrisa boba, en la que se entiende: “estamos aquí, por fin”. Y es que hemos regresado vivos a la bendita rutina, al aire contaminado, a los atascos: ¡Alabado sea el tedio y lo cotidiano! ¡Viva el trabajo y los horarios! ¡Larga vida al que inventó el colegio!
Por primera vez en 16 años y contra todo pronóstico, nuestros hijos gemelos, aprobaron el curso en Junio.
A la primera alegría le siguió un sordo terror.... ¿qué pasaría con los perturbs, -eternos fracasados en los estudios y carne de castigo y restricción horaria-, convertidos en reyes del mambo?
Superamos lo que pudo haber sido un Julio “caliente” en la ciudad (salidas nocturnas,chicas, alcohol, peleas...) gracias a que mi Santo les propuso buscar un trabajo para ganar un dinerillo con el que poder trasladar sus motocicletas a la playa. Pero, como las golondrinas del poema de Ungaretti "voló el mes de Julio veloz"... y nos encontramos con que, además de reyes nuestros perturbs estarían motorizados y con dinero (¡Ay!)
Observándoles ahora mientras se les destiñe el bronceado, enfundados en sus uniformes de colegio, hablando de asignaturas y apuntes con una apariencia casi beatífica... dudo si realmente son los mismos que hicieron botellón treinta días seguidos, fumaron, malcomieron, se trabajaron a cada chica que pasó a su vera, bailaron sin descanso en todo antro abierto y vieron amanecer cada día, sobre la tapia de la panadería, hasta hacerme recordar las palabras de la escorpiona madre, del libro de Boffa: “¡Malditos monstruos, obras del demonio, criaturas infames! -¡Maldice, oh Todopoderoso, a esta indigna prole, y maldice su simiente, libra al universo de su obscena existencia y que el Maligno se apiade de ellos!”
Pedí cita a nuestro médico de cabecera y poco antes de que empezara el curso llevé a los perturbs a que les hiciera una revisión general, “posible cirrosis, cánceres y enfermedades de transmisión sexual”, enumeré a la escueta enfermera que nos recibió. “Siéntese ahí, con las otras madres”, respondió sin inmutarse mirándonos por encima de las gafas. “Te has pasado, jefa”, susurró irritado el perturbmetrosexual, “dijiste que nos traías a solucionar lo de los granos”. “Dijo que solucionaría lo de que fueras un grano en el culo” contestó el perturburlón mientras se colaba en la consulta.