domingo, 21 de octubre de 2007

Elnieto

Tiene trece años, muy rubio, de ojos verdes casi amarillos y está furioso por el lugar que le ha tocado en la vida.

-¡Por qué he tenido que nacer el último, por qué!

Estaban saltando los escalones de la gran escalera que daba al corredor principal.
Lo hacían desde muy arriba, jugando a caer de pié en el último.
Él dudaba viendo como los otros, más mayores, rodaban por el suelo. Desde lejos le miré –le conozco- Y le dije bajito: “Puedes”.

Se tomó su tiempo, cogió impulso, flexionó las rodillas, pego los codos a sus costados y se impulsó lanzándose. No había que ser un profeta para saber que el castañazo sería monumental, la trayectoria de la caída ya estaba dibujada desde el primer movimiento... y así fue que dio en el suelo tomando tierra con un hombro y salvando los dientes gracias a una mano estirada a tiempo. Intenté no correr y acercarme con fingida tranquilidad. Él lloraba en el suelo y rechazó mi ayuda, rabioso.

-Creo que puedes. –Le repetí mientras me iba. Y vi por el rabillo como se levantaba y volvía a subir los escalones.

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