domingo, 11 de mayo de 2008

Falsas apariencias

“Amor, mi gorda… ¿quién es la más guapa del mundo?” –Oigo la voz de mi perturb, al pasar por el pasillo; y me pregunto con cuál de las dos estará hablando.
Sólo hay dos chicas "perfectas" para mis perturbs: Nuestra cocker y Fabi, la amiga incondicional de los gemelos, piedra Rosetta con la que comparan a cualquier otra y heroína popular desde que abofeteó a Catalina (la matona de su colegio), al grito de “¡niñata!", ganándose una expulsión de tres días.
La quieren y respetan, soportan sus largas regañinas y recomendaciones, la vigilan y protegen como algo propio y se dejarían los puños si alguien quisiese hacerle daño.
Fabi sale y entra, estudia lo mínimo, mueve la melena al hablar, monta grescas y enfatiza, discute y ríe abiertamente. Supongo que bebe o fuma, conversa durante horas por teléfono con el primero que descuelgue pero es la mejor influencia y compañía para mis hijos. Porque tras una apariencia caótica hay una solidez de valores, una integridad y un sentido de la amistad inquebrantables.

Mabel, otra de sus incondicionales, saca unas notas fabulosas. Tiene hora de llegada los viernes y sábados. Vive en “olor de santidad” y su madre me llama para prohibir que mis perturbs la lleven en moto o para que la cuiden si coinciden en alguna fiesta. Pertenece a la asociación colegial que colabora con obras sociales. Habla bajito y con voz aniñada y siempre está de acuerdo con la persona de más autoridad que esté presente. Nadie duda que será premio de estudios, de nuevo… pero, cada viernes cuando sale, acaba vomitando en la calle, completamente borracha. Porque tras una apariencia intachable hay inseguridad personal, descontento y esfuerzo en mantener una actitud ante sus padres que es solo una pantalla. Y el alcohol -ella cree- le da la libertad de decir y hacer lo que de otra forma, no se atreve.

“Sí, Mabel, os metimos en un taxi y nos fuimos porque el sábado está para salir y divertirse, no para pasarlo levantándote del suelo. La próxima vez llamaremos al Samur. Si no sabes beber, no lo hagas. Tienes un problema. Y no quieras cargarnos con las consecuencias de algo que haces tú. Además, mi padre pilló las botellas que te guardaba y las ha tirado” –Le oigo colgar furioso antes de verle pasar rumbo al cubo de basura de la cocina.

-¿Y eso? –Le pregunto mirando la bolsa tintineante que lleva en las manos.

-Fabi, que me ha puesto la cabeza como un bombo… y dice que ”a grandes males, grandes remedios.”- Contesta mientras mira, con irreprimible pena, la bolsa de reciclado de cristal.


(Publicado en el MAGAZINE de EL MUNDO. 11/05/2008)

2 comentarios:

Quique dijo...

...a mi también.

aldara san lorenzo dijo...

jajajajajaaaa......... (bobo!)

;-))