domingo, 25 de noviembre de 2007

Ley de silencio



Ernesto tiene quince años, es robusto, cetrino, de mirada inquisitiva y luce un incipiente bigotillo bajo las napias. Tiene horas de Dragon Ball y de Smackdown en el cuerpo. Cuando no le convocan en su equipo de balonmano grita enfurecido y matonea a los demás. El tutor cita a sus padres. Pero éstos, confusos acólitos del Dr.Spock, han sufrido la violencia del chico y sus crecientes arranques, durante años, con resignación no correctiva. La tolerancia se ha convertido para ellos en una respuesta condicional a la confrontación al punto de forzar, ad ridiculum, cualquier razonamiento del chico para que éste quede contento y ellos tranquilos, haciendo legítimas las palabras de José Prat “Siempre que alguien afirma que dos más dos son cuatro, y un ignorante responde que dos más dos son seis, surge un tercero que, en pro de la moderación y el diálogo, acaba concluyendo que dos más dos son cinco” .El día de la reunión con el tutor, los padres forman fila con Ernesto.

Pablo está en su clase y lleva cinco años soportando intimidaciones. Es obeso y tiene el cuello largo. En cuarto, cuando empezaron las bromas pesadas que le hacía Ernesto pesaba 50 kilos. Ese año nunca escuchó su nombre y sí “bola de grasa”, “el gordo”, “el cigüeño”.
Pablo, es un chico muy tímido y reaccionaba al principio llorando.

El año pasado lo desnudaron en el lavabo y le escondieron la ropa.
Asiste al colegio porque no se atreve a decirle a su padre lo que le pasa.
Si alguien hubiera hablado con él cuando se sintió humillado en la clase de gimnasia -el día que el profesor le gritó “¡corre ciguëño, baja tripa!” porque iba más lento que los demás -tal vez sabría defenderse.
Pablo se culpa de lo que le sucede. Una profesora sabe de su calvario, pero el colegio no toma medidas. Él se esfuerza por agradar pero su actitud causa el efecto contrario: excita a los acosadores, y cada día recibe más golpes, codazos y empujones. ¿La última vejación que ha sufrido? Le orinaron la mochila en uno de los recreos.

-¿Pero... por qué no hicisteis nada? -Pregunto a mi perturb cuando me lo cuenta hoy, un año después- ¿Por qué no lo dijisteis? ¿por qué no le defendísteis?

-Porque si le defiendes… van contra ti.

Si los padres no enseñamos que el silencio sólo ampara la violencia y nos hace impotentes y vulnerables, si en la escuela sin norma no se establece el principio de autoridad y la ley cambia y no deja impunes a los agresores: existirá bullying en los colegios.


(Publicado en el MAGAZINE de EL MUNDO 25.11.2007)

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