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domingo, 23 de diciembre de 2007

Sectas y Adolescentes


Beatriz no es muy alta y tampoco llama la atención en el grupo de cuarto de la ESO del colegio. Falta mucho a clase y se está convirtiendo en una amiga “peligrosa” para uno de mis perturbs. Durante años y desde el encierro en su cuarto oyó los gritos y golpes con que su padre, director de orquesta de la brutalidad domiciliaria, componía sinfonías en los cuerpos de su madre y de su hermano.
Cuando sus padres se separaron y comenzó la batalla por su guarda y custodia, empezó a frecuentar una organización religiosa de su barrio, llamada La Familia.
Aunque los cambios en Beatriz fueron paulatinos no saltó mi alarma hasta que mi perturb comentó en casa algunas de las “cosas de Bea” como el rechazo a salir con los amigos los findes; el uso de un lenguaje esloganesco; el cambió en su vestimenta, desechando los colores oscuros o chillones y la negativa a comer carne.
–Es flipante, mamá, ayer otro amigo y ella me llevaron a ver el centro donde dan los cursos. Es guay, todos están motivados y te entienden de verdad-

Beatriz ha caído en una peligrosa organización. La Familia es la pantalla en España de la secta religiosa destructiva Niños de Dios, fundada en 1968 por David Berg-«autobautizado» como Moisés David o Mo quien, entre otras perlas dijo:
“Quiero niñas que amen a los viejos. Ellos son los que tienen el dinero.
No tengáis miedo de llevar faldas cortas y escotes profundos. Nada de
sujetadores y bragas. Enseñad lo que tenéis. Es el cebo para los hombres
ricos..... No olvides que eres como Jesús. A él lo clavaron en la cruz. A
ti te clavarán en la cama......”

Cuando Mi Santo y yo le explicamos a nuestro perturb cómo funcionan los métodos proselitistas y de sumisión al lider, de modificación de la personalidad y “lavado el cerebro”…. le cuesta creernos.

Según un estudio realizado por la Universidad de Stanford, en una encuesta realizada a mil estudiantes, aproximadamente el 50% fueron contactados alguna vez por una secta. Más de la tercera parte de los adolescentes ex-adeptos, según los resultados del estudio de E.Rodriguez Valdés, psicólogo y experto en este campo, procedían de familias con una figura paterna rígida y autoritaria y la materna pasiva e insegura.
El psiquiatra Niels Biederman insiste en que “lo fundamental es reconocer el peligro” antes de que la secta triunfe en el reclutamiento del adolescente, y considera que la comunicación afectiva de padres e hijos es la herramienta más efectiva.
(Publicado en El MAGAZINE de El Mundo 23/12/2007)

domingo, 25 de noviembre de 2007

Ley de silencio



Ernesto tiene quince años, es robusto, cetrino, de mirada inquisitiva y luce un incipiente bigotillo bajo las napias. Tiene horas de Dragon Ball y de Smackdown en el cuerpo. Cuando no le convocan en su equipo de balonmano grita enfurecido y matonea a los demás. El tutor cita a sus padres. Pero éstos, confusos acólitos del Dr.Spock, han sufrido la violencia del chico y sus crecientes arranques, durante años, con resignación no correctiva. La tolerancia se ha convertido para ellos en una respuesta condicional a la confrontación al punto de forzar, ad ridiculum, cualquier razonamiento del chico para que éste quede contento y ellos tranquilos, haciendo legítimas las palabras de José Prat “Siempre que alguien afirma que dos más dos son cuatro, y un ignorante responde que dos más dos son seis, surge un tercero que, en pro de la moderación y el diálogo, acaba concluyendo que dos más dos son cinco” .El día de la reunión con el tutor, los padres forman fila con Ernesto.

Pablo está en su clase y lleva cinco años soportando intimidaciones. Es obeso y tiene el cuello largo. En cuarto, cuando empezaron las bromas pesadas que le hacía Ernesto pesaba 50 kilos. Ese año nunca escuchó su nombre y sí “bola de grasa”, “el gordo”, “el cigüeño”.
Pablo, es un chico muy tímido y reaccionaba al principio llorando.

El año pasado lo desnudaron en el lavabo y le escondieron la ropa.
Asiste al colegio porque no se atreve a decirle a su padre lo que le pasa.
Si alguien hubiera hablado con él cuando se sintió humillado en la clase de gimnasia -el día que el profesor le gritó “¡corre ciguëño, baja tripa!” porque iba más lento que los demás -tal vez sabría defenderse.
Pablo se culpa de lo que le sucede. Una profesora sabe de su calvario, pero el colegio no toma medidas. Él se esfuerza por agradar pero su actitud causa el efecto contrario: excita a los acosadores, y cada día recibe más golpes, codazos y empujones. ¿La última vejación que ha sufrido? Le orinaron la mochila en uno de los recreos.

-¿Pero... por qué no hicisteis nada? -Pregunto a mi perturb cuando me lo cuenta hoy, un año después- ¿Por qué no lo dijisteis? ¿por qué no le defendísteis?

-Porque si le defiendes… van contra ti.

Si los padres no enseñamos que el silencio sólo ampara la violencia y nos hace impotentes y vulnerables, si en la escuela sin norma no se establece el principio de autoridad y la ley cambia y no deja impunes a los agresores: existirá bullying en los colegios.


(Publicado en el MAGAZINE de EL MUNDO 25.11.2007)